El pasado mes de julio en Loves Kizomba volvimos a impulsar una nueva campaña del proyecto Korazón Solidario. Aprovechando el viaje de nuestro compañero Adrian como voluntario de la organización Chazon Children’s Centre, nos propusimos hacer una recaudación de fondos que fuesen llevados directamente a Molo (Kenia), e invertidos en las necesidades más importantes de las familias y los niños de la escuela y el orfanato de la organización.
Durante todo el mes de julio estuvimos realizando diferentes acciones en todas y cada una de las actividades propias de Loves Kizomba, y el importe conseguido en la campaña Korazón Solidario 2018 fue de 459,25 euros. Esta cifra sumada al dinero recaudado personalmente por todos los voluntarios del programa entre sus amigos y familiares, hicieron un total con el que no sólo fueron capaces de ayudar a las familias, sino también implementar algún proyecto de autoabastecimiento.
Desde Loves Kizomba queremos dar las gracias a todas y cada una de las personas que han aportado su granito de arena en la campaña, y por supuesto a todos y cada uno de los voluntarios de Chazon Children’s Centre, que con su tiempo y esfuerzo consiguen que tantas y tan buenas acciones sean posible.
El programa de voluntariado fue realizado durante el mes de agosto y, ya con nuestro compañero Adrián aquí de vuelta, esto es exactamente lo que nos cuenta:
“Hola, quería esperar para volver a casa y así poder agradeceros con exactitud toda la ayuda que los niños y familias de Molo han obtenido. Intentaré explicaros y mostraros todo con el máximo detalle para que os podáis hacer una idea de la experiencia y del viaje.
Los primeros días fueron para una primera toma de contacto. Visitamos a familias necesitadas que pertenecían a la comunidad del colegio de Chazon, vimos las carencias que padecían, y aconsejados por la propia organización, dimos una serie de paquetes en cada una de las visitas. El primero de los paquetes era de alimentos, el cual contenía arroz, harina de chapati (con la que hacen unas tortas) o harina de ugali (que es una pasta típica de allí), un bote de grasa (allí no cocinan con aceite), un paquete de azúcar y unos panecillos dulces.
El segundo paquete que dimos era de higiene personal, el cual contenía cepillo y pasta de dientes, jabón, desodorante y para los casos que así lo requerían, compresas. En tercer lugar un paquete con ropa y juguetes.
La primera experiencia nos hizo ver a todos los voluntarios que estas no eran soluciones a largo plazo y, pensando en darle un enfoque diferente a nuestra ayuda, lanzamos “El Proyecto de los Pollos”.
El proyecto consistió en ofrecer a las 15 familias más necesitadas, 1 gallo, 3 gallinas y 1 saco de pienso de 20 kg, con el objetivo de tener huevos para la crianza de pollitos y para la alimentación y venta que le aportará a esa familia. Esto les plantearía una posibilidad de aportación alimenticia casi diaria y un plan de negocio.
Para que el proyecto se expanda y llegue a más familias, la primera puesta de pollitos de estas 15 primeras, se les dará a otras 15 familias no seleccionadas en primera instancia, y de este modo llegar al mayor número de hogares y al sustento básico con los que muchos no cuentan en estos momento . A partir de ahí será todo para producción propia.
Les dimos un negocio y en aquellas condiciones, nos emocionamos, se emocionaron, y fue toda una experiencia. Conseguir todo lo necesario también fue otra aventura, pues para que el entorno se beneficiase buscamos por los alrededores familias que ya tenían sus propias crías de pollos. En total fueron unas 4 familias a las que compramos 15 gallos y 15 gallinas, y el resto fue comprada al orfanato. Para los sacos de piensos fuimos a 3 tiendas diferentes de Molo, de ese modo se repartiría el dinero entre más personas.
El segundo proyecto en el que nos embarcamos fue el de los zapatos. Cada día que íbamos a la escuela veíamos cómo los niños corrían descalzos por los caminos de piedra y barro, con chanclas rotas y zapatos con agujeros. Nos pusimos manos a la obra y entregamos a los niños todos los zapatos que ya habían sido donados al colegio, quedándonos sin ninguno en el segundo día. Fue entonces cuando decidimos investigar sobre los precios de los zapatos en las tiendas y el mercado del pueblo.
En la tienda de uniformes encontramos unos zapatos reforzados de un material muy bueno, aunque de precio algo caro. Conseguimos negociar con la tienda y le encargamos 90 pares de números que iban desde el 28 al 42. Los metimos en el almacén del colegio a la espera de la entrada del nuevo curso y para repartirlos a los niños que no pueden permitírselo.
Los niños del orfanato, dentro de todos los que hemos conocido allí, son los que en mejor condiciones están. Ellos producen sus propios alimentos, tienen techo donde dormir y un trabajo diario en el orfanato con la venta de pollos y huevos, el cuidado de las vacas y del huerto. Por favor no mal interpretar estas palabras, porque de lo que más necesitaban era de atención y de sentirse niños, y así pues, les dimos cariño, bailes, fiestas, globos, dulces y comidas que ellos jamás habían probado.
Gracias a vuestra ayuda ha sido posible dar un cambio real en sus vidas. Gracias a vosotros, ellos han podido dar un paso más hacia su propio sustento sin la imperiosa necesidad de depender de persona externas. Ellos lo saben y así os lo quieren hacer saber. ¡Gracias!.”
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